Vamos contra natura- Las obras del diablo
Sería contra natura, por decirlo de alguna manera, que la administración de la 4T pudiera refrendarse cuando solo acumula fracasos, provocando una honda radicalización entre los mexicanos, sepultando programas sociales y derrochando en sus obras emblemáticas, cada vez más inútiles, al tiempo de acelerar la ingente corrupción de sus hijos, los amigos de estos, hermanos, sobrinos y pinos bajo el peso de la mayor corrupción que hemos conocido, pese a ser un pueblo terriblemente golpeado por la inmoralidad pública casi por siempre. Son excepciones los honrados.
Por ejemplo, Benito Juárez García siempre vivió con una extraordinaria austeridad y reclamó para quienes formaban parte de sus gabinetes “la justa medianía” con la cual podrían ejercer sus funciones sin pobrezas ni ambiciones extremas. El mandante pelafustán del presente, Andrés Manuel, dice que habla con el Benemérito cada día cual, si se tratase de un psíquico dispuesto a conquistar el reino de los muertos, para pedirle consejos porque el héroe de la República “está vivo entre nosotros”, en una alegoría tramposa que, desde luego, dibuja el perfil de un hombre a quien el poder ha desquiciado de una manera rotunda. ¡No le falte el respeto a Juárez!
Mientras ello ocurre, el mandante sigue en su furia electoral haciendo campaña en cada una de sus llamadas mañaneras -yo las nombro las mentirosas de la mañana-, sin que el INE, cuya consejera presidenta, Guadalupe Taddei Zavala, asegura de firme que el proceso electoral está asegurado para celebrarse con normalidad aun cuando atestiguamos la cada vez mayor fuerza del narcotráfico cuyos sicarios se enfrentan entre sí en una terrible expectativa que recala en la jornada comicial. No es normal el incendio de las mafias, como tampoco es razonable que el titular del Ejecutivo, quien gobierna solo para sus adeptos e ignora a la mayoría de los mexicanos que lo desprecian, siga imbuido en la contienda electoral, cual si fuese el candidato -la condición que mejor le viene-, mientras su marioneta alega que repite las arengas de su titiritero porque decir lo contrario no cabría en una aspirante a mantener la ruta de la propaganda inservible y de la manipulación infecunda.
Nadie mejor que Andrés Manuel para conocer la realidad y percibir que, cuando menos como todos sus predecesores, es susceptible de recibir el llamado “voto de castigo” que no es sino el resultado del malestar general incluso de muchos de aquellos a los cuales se presiona, una y otra vez, con el chantaje inmoral de los “bonos del bienestar” que, de modo alguno, han elevado su estatus dentro de la miseria general; al contrario, la pobreza suma más de cinco millones más en la base de la pirámide. Negarlo sería ruin pero así es López Obrador en su miseria -no autoridad- moral.
Aun cuando solo resta un semestre para que cumpla su periodo reducido a cinco años y diez meses la inercia, por un lado, y las habladurías por el otro -como el convertirse en el señor de los muertos en Palacio Nacional-, no cesarán a menos de que, por lo menos, el INE le aperciba y aplique medidas coercitivas -no basta con retirarle las mañaneras obscenas políticamente ya difundidas-, contra el mandante antes de que este revire y empiece a perseguir a los consejeros de un instituto que, aunque con las mismas facultades, ha sido reducido con la presencia de personajes afines a la estructura lopezobradorista como también ocurrió con la Suprema Corte de Justicia con la incorporación de Lenia Batres Guadarrama, hermana del jefe de gobierno de la CDMX, con todo y su supina ignorancia; así junto a la plagiaria Esquivel y la sumisa Loretta Ortiz se tiene en un filo al órgano superior del Poder Judicial.
La Anécdota
Y es aquí donde entramos al oscuro túnel de las obras emblemáticas de Andrés. No me refiero, claro, a las carreteras de la sierra de Culiacán, por donde vivía en La Tuna, María Consuelo Loera Pérez, madre del célebre “El Chapo” -a quien se resiste a llamar así, por respeto dice, el inquilino de Palacio Nacional-, construidas e inauguradas para facilitar las rutas de los narcos favoritos del régimen, es decir los grandes sicarios del Cártel de Sinaloa con Ismael “El Mayo” Zambada a la cabeza.
Más bien apunto a las muy conocidas como el AIFA, el aeropuerto convertido en central de carga para importar drogas como se ha demostrado y que permanece tan vacío como los escrúpulos del mandante y sus constructores favoritos, no solo la Sedena sino aquellos que fueron llamados corruptos por tener planes de desarrollo alrededor del que sería el mejor campo aéreo de Latinoamérica, el de Texcoco; a estos no solo no se les indagó sino ni siquiera han sido nombrados, ni una sola vez, en las desgastadas y descastadas mañaneras mentirosas.
Seguimos con la muy célebre refinería Olmeca, en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, que no refina ni un solo barril de gasolina desde el 2 de julio de 2022 cuando fue inaugurada con bombos, platillos y los bailables de Layda Sansores, la Tongolele de la 4T. Pero tal no fue óbice para lanzar a la candidatura por el gobierno de Veracruz a Rocío Nahle García, ex secretaria de Energía y responsable de la construcción de la pomposa obra, nacida en Río Grande, Zacatecas, y casada con José Luis Peña Peña -dos veces Peña y dos veces más corrupto-, uno de los integrantes del famoso “clan”. Solo los locos o enajenados de esta entidad tan golpeada podrían votar por ella.
Y, finalmente, tenemos al “maravilloso” Tren Maya (Mata prefiero nombrarlo yo), descarrilado recientemente sin que ello mereciera una explicación coherente por parte del mandante y cuantos se cobijan con él, como la reina de las mentiras, Elizabeth García Vilchis, o el desprestigiado Jesús Ramírez Cuevas (Cavernas), el gran inventor e impulsor de los periodistas al gusto del mandante como Lord Molécula (Carlos Pozos). Menos mal que los reyes de Suecia, Carlos XVI y Silvia, optaron por evitar viajar en este ferrocarril llamado en su país como el “tren de la muerte”. Tal es la fama adquirida.
Un semestre le falta para cometer más tropelías, entre ellas su intromisión mafiosa en los comicios venideros y con el primer debate entre candidatos presidenciales colocándole la soga al cuello.