Continuidad, firme
Los escépticos, tendrán que empezar a creer que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo es de continuidad con cambio, de izquierda, pero con un estilo propio de ejercer el poder público y político que amparan 36 millones de votos recibidos.
Desde la campaña y en lo que va de su gestión, la Presidenta ha sido congruente y ha ponderado que su gobierno construirá y consolidará el Segundo Piso de la Transformación que inició hace un sexenio Andrés Manuel López Obrador. Jamás ha dicho lo contrario ni menos vacilado en sus intenciones.
A nadie ha intentado engañar. Ha dicho la verdad. Los hechos han venido avalando que su gobierno y por tanto el cambio de régimen que puso en marcha su antecesor y mentor, seguirá a fondo porque ha dado resultados en los hechos.
Pero más allá: su gobierno y antes el de Andrés Manuel López Obrador es de izquierda y en consecuencia ha venido actuando conforme a sus principios y no basado en los del el viejo régimen fundado -y acabado- bajo el manto del neoliberalismo.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador y ahora el de Claudia Sheinbaum Pardo, se fundan en la construcción de un Estado de Bienestar, pero no retórico, sino real que inició el desmantelamiento de un régimen que, sin embargo, mantiene su resistencia en instituciones como el Poder Judicial o el Instituto Nacional de Transparencia (INAI).
Hay todavía miles que se resisten también a aceptar que 36 millones de mexicanos avalaron y respaldaron con sus votos el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y le refrendaron a Morena la continuidad con la hoy Presidenta.
Por supuesto que el gobierno de izquierda que lidera el país no es perfecto y también pudiera tener fallas en el ejercicio del poder, pero es perfectible y, cuando yerre con sus decisiones desde la Presidencia o el Congreso de la Unión donde tiene mayoría, deberá tener la humildad de corregir precisamente para no incurrir en los errores del pasado que hoy tienen a la oposición reducida.
Los números y los hechos hicieron posible que Morena en la elección pasada literalmente arrollara a la oposición con el consentimiento y el voto de una mayoría que le dijo sí, insisto, a la continuidad de un gobierno que ha tenido en su política social y económica su principal activo, su base moral y política.
Primero el ex presidente Andrés Manuel López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum leyeron muy bien las necesidades de una población que venía padeciendo de las políticas neoliberales que lo primero que hizo- su gran error – fue desaparecer los programas sociales con toda y sus implicaciones políticas.
La Presidenta tiene muy claro que no se puede cambiar lo que ha funcionado, lo que ha sido exitoso y mucho menos lo que ha permitido que hoy millones de familias tengan certidumbre cuando se meten las manos a los bolsillos o van a los cajeros a cobrar los apoyos que le ayudan a dignificar su vida en el día a día, o para alentar la esperanza de un futuro mejor, como la de los estudiantes que reciben su beca.
Por el contrario, y de ahí la ampliación, por ejemplo, de los programas sociales que anunció la Presidenta, por más que la oposición los rechace o cuestione, y que son el corazón de un gobierno de izquierda que ha puesto en el centro de sus decisiones el bienestar del pueblo, un pueblo que eligió la continuidad de un gobierno y de un nuevo régimen que ha puesto brecha con los que desmantelaron al Estado y que marginaron a sus gobernados.