Todos somos mexicanos- La corrupción de AMLO
Tras las notables manifestaciones a favor del INE -en cien ciudades de México y veinticuatro en el exterior-, el aparato propagandístico de AMLO se dio a la tarea de difundir tremendas mentiras:
A) Que quienes participamos lo hicimos por defender a ¡García Luna!, un pillo de siete suelas, que en ningún momento fue mencionado en ninguno de los más de un centenar de eventos. No había razón para ello pese a la distorsión que expresó el manipulador de Palacio.
B) Insistió que solo se reunieron entre 80 y 90 mil personas en el Zócalo, aunque él había dicho que la misma plancha se llenaba con 225 mil hace meses y sin apuntar las calles desbordadas que confluyen a la misma plaza. Siguiendo sus datos la cifra rebasó, con mucho, los 300 mil participantes que entonaron el Himno Nacional por su mexicanidad a flor de piel.
C) No informó de la contaminación provocada desde el campo militar “Álvaro Obregón” -antes Campo Marte en donde se incineraron cientos de cuerpos de las víctimas de las matanzas de Tlatelolco (1968) y el Jueves de Corpus (1971)-, quemando cohetones de humo para pretextar una contingencia ambiental que nunca existió y fue declarada con más anticipación que cuando se trata de prever un huracán.
D) Llamó a los cientos de miles de mexicanos que alzaron sus voces en pro del INE y en contra del inconstitucional Plan “B”, elementos “que no quieren la transformación” y son conservadores con urgencia de atacar a su gobierno, aunque es precisamente lo contrario: se desea una transformación a fondo de la estructura política y electoral contra cualquier intento de dictadura.
E) El torpe y esbirro Mario Delgado, dirigente nacional de esa bolsa de basura llamada Morena, se atrevió a definir como “una farsa” el pronunciamiento justo de tantos coterráneos cansados de los intentos de modificar un sistema electoral que, precisamente, hizo posible la llegada de AMLO a la Presidencia. Son los “sinsentido” que siguen al amo con todo y correa.
Y no solo es eso; la vergonzosa comparación que hizo entre las mascotas -que no pueden buscar sus alimentos solos sino requieren del auxilio de sus “amos”-, y los pobres que conforman su estrategia política, como él mismo expresó, a quienes igualmente se les entregan bonos para sufragar lo que comen por un acto de justicia, pintó el alma de Andrés de manera irreductible y lo convirtió en el más perverso presidente de la historia de México: la vida de los más necesitados está en sus manos. Y esto, en todo momento de la historia, ha sido considerado parte del modelo fascista aunque él se rasgue las vestiduras al negarlo cínicamente.
Los mismos panfletos se dieron con motivo de la marcha ciudadana, entiéndase bien, del pasado domingo 18 de febrero que vino a ser preámbulo del derrumbe del #narcopresidente.
¿Y ahora qué viene? Es la pregunta que se hacen todos, quienes están a favor de AMLO y cuantos están en contra, radicalizados por el propio mandatario convertido en la mayor fábrica de conflictos en el mundo.
La respuesta no es sencilla por dura: el conflicto escaló y escalará en la medida en la que se dé la ceguera oficial porque hasta los simpatizantes de Morena aspiran a tener elecciones libres y sin conductores falsarios.
La mayor parte de la población civil puede reaccionar con enojo y hasta con violencia a una mala jugada de la Suprema Corte de Justicia, esto es con votos amagados desde el Ejecutivo y a través de los ministros dispuestos a seguir al mesías -cuatro de ellos incluyendo a la delincuente Yasmín Esquivel de Riobóo, a quien se le blinda mientras transcurre el tiempo cuando no tiene ya elementos de defensa dignos y, sobre todo, legales. Ni qué decir de la ignorante Lenia Batres, hermana de Martín. No pueden dar la cara salvo en las ratoneras del Palacio Nacional.
La radicalización extrema, que atiza el mandante de las cien caras, podría confluir hacia un enfrentamiento serio y posiblemente violento entre las dos mitades en las que ha dividido a los mexicanos la siniestra estrategia de la 4T. Dicho claramente: si el Plan “B” no pasó fue porque la ciudadanía pudo impedirlo, sin caer en provocaciones ni, mucho menos, en el vandalismo o en la toma de las sedes de gobierno en la CDMX y en las capitales de las 31 entidades del país. Pero tal puede ocurrir de darse una burda elección de Estado, esto es un fraude escandaloso.
Estamos ya en el linde, y debe hablarse de ello, de un posible golpe de Estado ciudadano como ha ocurrido en otras naciones -acuérdense de la independencia de Ucrania y la caída del Muro de Berlín-. Solo los tibios no lo perciben o prefieren silenciar cuanto saben para no revelar cómo estarían dispuestos a actuar en un caso extremo. Por el momento, la Suprema Corte tiene la palabra.
La Anécdota
Falta, además, conocer a fondo los grandes negocios del mandante detrás de sus obras icónicas. La refinería Olmeca sigue sin producir un solo barril de combustible mientras la gran adquisición del sexenio, la planta Deer Park, que perteneció a la Shell estadounidense y terminó de pagarse con 600 millones de dólares adicionales a cuanto ya había entregado nuestro gobierno, otros 600 mdd, en medio de un irresponsable uso del presupuesto.
¿Cuántos contratos leoninos existen detrás del AIFA a unos días del aniversario de su inauguración? ¿Más que los concentrados en el fallido aeropuerto de Texcoco? Resulta, sin duda, que la corrupción ahora, pretexto para desmantelar a este, es mucho mayor.
Finalmente, el ya célebre Tren Maya, devastador del medio ambiente y talado inmisericordemente para negociar y contrabandear árboles de maderas finas -a un precio de cinco mil dólares por unidad-, se planea inaugurar en diciembre de este año sin reparar en la suspensión definitiva del tramo número cinco, el más turístico, que arranca desde Cancún por toda la Rivera Maya.
Y para rematar los dineros de los grandes “capos” del narcotráfico.
Son una infamia contra México.